Acto oficial

Discurso del Intendente Jorge Berti – Acto por el Día de la Independencia

Este es el discurso que el intendente Jorge Berti pronunció durante el acto del 9 de Julio, con motivo del Día de la Independencia.

Queridas vecinas y vecinos:

Hace 209 años, en una sala humilde de Tucumán, un grupo de hombres comunes tomó una decisión extraordinaria: declarar la Independencia. Aquella gesta no fue cómoda ni pacífica. Fue un acto de coraje, un salto al vacío. El primer grito colectivo de dignidad que dio forma al sueño de una Nación libre y soberana.

Ese sueño sigue siendo hoy nuestra tarea. Porque la independencia —como la libertad— no se hereda: se conquista cada día. No es una medalla colgada en el pecho de la historia, sino una bandera que debemos levantar en cada rincón de la realidad.

Y conquistarla hoy significa algo muy concreto: no resignarse.

No aceptar como destino el dolor, la exclusión o la desigualdad.

La historia nos enseña que no hay libertad posible cuando muchas familias deben saltearse una comida porque no les alcanza. No hay patria cuando miles pierden su trabajo en nombre de la eficiencia. No hay independencia si las decisiones que nos afectan se toman lejos, sin mirarnos a los ojos.

Atravesamos un presente difícil. Nadie puede negarlo.

Se pierden empleos, se recortan derechos, se congela el consumo y se licúan los salarios.

Los recursos municipales —que dependen del consumo y la actividad económica— bajan continuamente.

Muchos sienten que el esfuerzo no alcanza, que el sacrificio es siempre para los mismos.

Nos dicen que es el precio para bajar la inflación, pero esa promesa aún no llega a la mesa de los argentinos. Y ya hemos vivido estas políticas económicas: dejaron un tendal de PyMEs quebradas, un país más endeudado, y unos pocos —que ni siquiera viven aquí— disfrutando de nuestros recursos y nuestro esfuerzo.

Y no. No es justo.

Un país no puede crecer dejando atrás a los que lo sostienen.

No hay libertad sin dignidad. No hay república sin equidad.

No se construye una Nación empujando a los más débiles, ni se transforma la economía a costa de los humildes. Hay otra manera: la del trabajo digno, la producción, el arraigo, la educación pública, la salud garantizada, el desarrollo científico-tecnológico.

Claro que también hay cosas que debemos cambiar.

No se trata de eternizar privilegios ni de sostener lo insostenible.

Se trata de que el Estado esté donde debe estar: acompañando al que invierte, sí, pero también abrazando al que sufre. Fomentando el mérito, pero sin olvidar que no todos partimos del mismo lugar.

Podemos y debemos mejorar el Estado. Pero eso no significa destruirlo.

Significa hacerlo más ágil, más transparente, más presente.

Un Estado que cuide a nuestras PyMEs, que apueste al desarrollo local, que defienda el trabajo argentino. Porque sin industria nacional no hay soberanía. Y sin soberanía no hay independencia.

También debemos honrar nuestras deudas. Pero no ajustando a las escuelas, a los hospitales, a los comedores.

No recortando el acceso a la cultura, al deporte, a los encuentros.

No cerrando áreas que atienden la diversidad o acompañan a las víctimas de violencia.

No empobreciendo a nuestros jubilados, tratándolos como un gasto.

Porque ajustar sobre los que menos tienen no es eficiencia: es crueldad.

¿Qué mensaje damos cuando se reducen impuestos a las grandes fortunas mientras se congelan las jubilaciones y se despide a trabajadores del Estado?

¿Qué país construimos si la única política es el recorte y la única virtud es el silencio?

Yo elijo otra forma.

Elijo mirar a los ojos, caminar por los barrios, escuchar a quienes ya no aguantan más.

Y desde ese lugar —desde esta ciudad que amo— alzar la voz con respeto, pero con firmeza.

Nosotros no estamos acá para administrar la resignación.

Estamos para sembrar esperanza, para reconstruir confianza, para no permitir que se destruya lo que nos hace bien.

Y no lo hacemos desde la comodidad de un discurso. Lo hacemos todos los días.

Con ustedes. Con las instituciones. Con cada trabajador municipal.

Con nuestras pequeñas y grandes empresas. Con nuestros vecinos más necesitados.

Hemos bajado impuestos al consumo y la producción como muchos nos reclamaban. Lo hicimos con responsabilidad, sin dar saltos al vacío.

Sabemos que eso impacta en los ingresos y, con ello, en las obras. Pero mientras nosotros asumimos el esfuerzo, no vemos que disminuya la carga impositiva a nivel provincial o nacional. Y esas son las medidas que verdaderamente pueden recomponer el consumo y reactivar la producción.

Desde esta emblemática Villa Constitución, como aquellos patriotas del 9 de Julio rompieron las cadenas de un imperio, nosotros podemos romper las cadenas del egoísmo, del individualismo, de la indiferencia, de la mentira disfrazada de buenas intenciones.

Hoy no celebramos el pasado. Celebramos la posibilidad del futuro.

Un futuro donde las diferencias políticas no se conviertan en odio, y donde el país, nuestra provincia y nuestra querida Villa Constitución vuelvan a ser una casa común, no una trinchera partidaria donde perdemos todos.

Por eso, hoy más que nunca, los convoco.

Como alguien dijo: no esperemos que las cosas sucedan… hagamos que las cosas que tanto queremos sucedan.

A no esperar que les pidan ayuda. A ofrecerla.

A abrazar a quienes están cayendo.

A cuidar esta ciudad como propia.

A animarse a soñar en voz alta.

Porque un país no se reconstruye con odio, sino con coraje.

Y la historia nos enseña que siempre, siempre vale la pena resistir, cuando lo que está en juego es el destino de los que amamos.

Hoy más que nunca, con nuestras convicciones intactas como bandera.

Con la memoria encendida.

Con fe en Dios y en su bendición.

Con el corazón en alto y los pies firmes para caminar juntos:

Sigamos abriendo ventanas a la esperanza.

Juntos y a la par. Como en Tucumán.

Juntos y a la par como ciudad.

Juntos y a la par con nuestras infancias, con nuestros jóvenes, con nuestros adultos mayores, con nuestros docentes, con nuestros trabajadores, con nuestros empresarios, con nuestras instituciones, con nuestras tradiciones.

Con todos. Sí, con todos. Juntos y a la par.

Porque todavía hay Patria por construir.

¡Feliz Día de la Independencia!