
QUERIDOS ALUMNOS Y ALUMNAS:
Hoy les hablo como Intendente, pero también como padre, como hijo, como alguien que ama esta tierra.
Y frente a ustedes, -que están a punto de hacer una promesa que nunca se borra-, quiero decirles algo que tal vez nadie les haya dicho con todas las letras: lo que manifiesten con esta promesa… puede cambiar sus vidas… puede cambiar el mundo
Porque prometer a la bandera no es solo repetir unas palabras. Es abrir el corazón a una idea inmensa y es tomar una decisión que nos acompaña toda la vida: la decisión de no ser indiferentes.
Ahora, yo les pregunto: ¿Saben qué es la bandera?… La bandera es mucho más que un símbolo.
Es la piel de nuestra historia, es la igualdad de oportunidades, es el deseo profundo de progresar, es la garantía que no importa el lugar de la patria donde hayamos nacido para poder desarrollarnos.
Es el trabajo que dignifica a quienes lo tienen y para quienes lo están buscando. Es pensar en los de adentro siempre antes que pensar en los de afuera.
La bandera es el alma colectiva de un país… Es desde hoy, esa alma que también les pertenece.
Muchos adultos creen que los chicos no entienden del todo lo que significa prometer.
Pero yo sé, -lo sabemos todos los que tenemos la suerte de escucharlos-, que ustedes entienden mejor que nadie lo que vale una promesa.
Y también, sabemos que cuando una niña o un niño prometen, lo hacen con el corazón limpio… Corazón que los grandes debemos ayudar a mantenerlo como en esta infancia y no cargárselo diariamente con nuestros enojos, nuestros gritos, nuestras frustraciones, recordando que estos son sus mejores años para disfrutar y que para que sea una generación mucho mejor que la nuestra depende mucho de nosotros los mayores.
Queridos alumnos hoy, ustedes no están solos…
Detrás de esta promesa, está el amor de sus familias, la lucha de sus abuelos, los sueños de sus maestras y maestros, la historia de los héroes que nunca buscaron fama, pero que dieron todo por los demás, simplemente porque hicieron lo que tenían que hacer, tan simple y a veces tan difícil.
Y también estamos nosotros, el Estado, esta ciudad, esta comunidad, que les dice:
“Confiamos en ustedes… El país que viene, se va a apoyar sobre sus palabras.”
Y aunque aún falte mucho para que crezcan, decidan, para que trabajen o dirijan, hoy empieza lo más importante: la conciencia de ser parte.
Porque nadie se salva solo… Siempre alguien los va a necesitar y siempre necesitaran de alguien.
Porque un país no se construye con enojos, ni con egoísmos, ni con miedos.
Un país se construye con solidaridad, con honestidad, con memoria y con esperanza.
Y la patria no es solo un lugar: es un vínculo, un afecto cercano… Por eso esta promesa es un acto de amor.
- Amor por quienes están y por quienes ya no están.
- Amor por quienes nacieron acá y por quienes llegaron después.
- Amor por la tierra que pisamos, por el aire que respiramos, por el agua que bebemos, por cada historia de quienes hicieron en silencio grande a nuestra patria.
- Y prometer es también decir:
“Voy a ser responsable.”
“Voy a respetar.”
“Voy a defender lo justo, aunque cueste.”
Sepan que la voluntad puede más que cualquier obstáculo.
Que el esfuerzo no se negocia, siempre hay que darlo todo.
No tienen que ser perfectos. Nadie lo es.
Pero si esta promesa les queda en el alma, como una semilla… entonces algún día van a entender que la bandera no es una tela que flamea… es un espejo que devuelve lo que somos capaces de ser como comunidad.
Queridas y queridos estudiantes:
Prometan con la voz, pero sobre todo con la conciencia.
Y cuando dentro de muchos años alguien les pregunte cuándo fue la primera vez que sintieron lo que era ser parte de un país, recuerden este instante.
Este lugar. Esta ceremonia. Esta bandera.
Y la emoción en los ojos de todos los que hoy los abrazamos con el alma.
Gracias por este momento.
Y en nombre de toda la ciudad, les digo:
Gracias por recordarnos que la patria también se escribe con diez años y un corazón dispuesto a amar.